26 febrero 2012

La sedición de los Ngäbe: la hora decisiva...

Mañana, lunes 27 de febrero, continúan las “negociaciones” del gobierno con los indígenas Ngäbe rebeldes para decidir el futuro de las hidroeléctricas en la comarca Ngäbe Buglé. La situación es muy frágil pues los indígenas mantienen su posición intransigente de no a las minas y las hidroeléctricas y, por otro lado, el gobierno tiene la responsabilidad de promover el progreso y el desarrollo sostenible del país y de todos los panameños.

En realidad, nunca hubo nada que negociar con los Ngäbe sediciosos. A estos indígenas les han lavado y llenado el cerebro con informaciones incorrectas, interpretaciones muy amañadas de las leyes comarcales y conceptos muy cerrados o extremistas sobre la protección y conservación ambiental, así como de la posesión de las tierras comarcales que habitan pero que NO les pertenecen (le pertenecen a la Nación) y el alcance de sus derechos sobre éstas, entre otros temas.

Y los gobiernos, desde hace muchos años, en lugar de aclarar las cosas con los indígenas, de una vez por todas, se han dejado llevar unos por el clientelismo político (que tanto daño ha hecho a Panamá) y otros por la política del avestruz, accediendo a las imposiciones y caprichos de los indígenas sublevados para calmar sus ánimos y evitar confrontaciones. Este enfoque ha demostrado que no funciona pues los indígenas están, cada vez, más atrevidos e impositivos, siguiendo las consignas que les han trazado e implantado en sus mentes y espíritus distintos grupos -tanto nacionales como extranjeros- que, en las tinieblas, los han manipulado desde hace mucho tiempo. Ahora resulta que el país entero está a expensas de sus antojos y cuando les da la gana cierran las carreteras y vandalizan la propiedad estatal (enmascarados como delincuentes comunes), con gran perjuicio para el país, en todos los sentidos. Ahora es mucho más difícil razonar con ellos y la situación está a punto de salirse de las manos del gobierno. Como siempre, al final tiene que intervenir la Iglesia Católica, como mediadora, lo que demuestra la inmadurez e incapacidad de la sociedad panameña para enfrentar y solucionar a tiempo nuestros propios problemas, tomando oportunamente las decisiones correctas y todos unidos por el bien de Panamá y la mayoría de los panameños… Ingenuamente, muchos panameños se dejan influenciar o llevar por sentimientos y percepciones manipuladas, en vez de enfocarnos en las estadísticas, las realidades, los hechos comprobados o en información de fuentes verdaderamente confiables…

Es importante señalar que la gran mayoría de los Ngäbes si se sienten panameños y, por ende, unidos al resto de los ciudadanos de esta Nación; esta mayoría si desea que el país avance y buscan oportunidades, educación, progreso y desarrollo para ellos y todos sus congéneres. La actitud retrógrada de los Ngäbe sediciosos los afecta directa y dramáticamente pues les cercena su derecho legítimo a aspirar a una mejor condición y calidad de vida. Los condena a una vida de limitaciones, ignorancia, pobreza y desnutrición, a una vida sin esperanzas, semi nómada, en la que solo pueden aspirar a ser peones en las explotaciones agropecuarias de Panamá y Costa Rica, todo por un mal entendido enfoque indigenista, aupado por malos panameños que solo piensan en sus intereses particulares. Es necesario que estos indígenas también eleven sus voces y se pronuncien abiertamente pero sin provocaciones, pacíficamente, para evitar conflictos internos que puedan degenerar en violencia.

Lo más triste es que ciertos comentaristas y medios masivos de comunicación están siguiendo el juego tenebroso de estos malos panameños y no están analizando a profundidad el grave daño que causan al país y a la democracia panameña. Unos lo hacen con pleno conocimiento de causa (aquellos que solo ven a través del cristal de sus intereses -particulares y/o políticos- y no les importa la democracia, el país y el pueblo); otros que, sin proponérselo, sirven a los deseos de los primeros, cuando pierden objetividad al ser seducidos por su papel de intermediadores sociales en la defensa a ultranza de los más necesitados (aun cuando, injustificadamente, pongan en peligro la estabilidad, la gobernabilidad y la democracia de Panamá); y otros, influenciados por percepciones cuidadosamente implantadas, originadas en espejismos oníricos propuestos por fundamentalistas del ambientalismo que no reconocen o no dan crédito a la filosofía del desarrollo humano sostenible que no solo considera la dimensión ambiental sino que, al mismo tiempo, reconoce las dimensiones social y económica, como componentes esenciales para un desarrollo justo y equilibrado en el tiempo. No se puede ser sostenible con un enfoque netamente ambientalista que no permita la construcción de obras que beneficiarán la sociedad y la economía del país, aun cuando existan comprobadas medidas de mitigación y remediación para la conservación, en el tiempo, del componente ambiental; tampoco se puede ser sostenible con un enfoque puramente economicista, que descuide el componente ambiental poniendo en peligro o destruyendo el patrimonio natural para su uso y disfrute por las generaciones futuras. Lo más funcional, conveniente e inteligente es un enfoque de desarrollo humano que sea capaz de armonizar los tres componentes, para ser sostenible en el tiempo. Afortunadamente, todavía quedan comunicadores sociales en general, periodistas y medios de comunicación serios y objetivos, muy comprometidos con la verdad, con el país y con todos los panameños.

Hoy, el Canal 35 de la televisión nacional (PLUS), que apoya los esfuerzos del gobierno, acusó directamente al Ministro de Comercio e Industrias, Ricardo Quijano, de las dos muertes acaecidas durante los cierres de calles por los sublevados indígenas, de haber creado el problema con los Ngäbes sediciosos y del fracaso de las negociaciones. Son acusaciones muy serias, que se salen de todo contexto. Estas actitudes ambiguas, inconsistentes, son las que, precisamente, hacen enorme daño a la psiquis de la sociedad panameña y al país y lo que traen es gran confusión. Como se ha señalado en estas líneas, la estabilidad, la paz, la gobernabilidad y la democracia de Panamá NO SE NEGOCIAN con nadie. Hay que pensar que el Ministro Quijano, habiendo el equipo de gobierno realizado grandes esfuerzos en lograr que a Panamá se le haya otorgado el grado de inversión por las principales calificadoras mundiales (lo que es muy difícil de alcanzar) y en defensa de la designación de Panamá como uno de los principales destinos turísticos del mundo por el prestigioso New York Times, entre otros logros importantes, se rehúse responsablemente a aceptar el vulgar chantaje de los Ngäbe sediciosos y el emplazamiento que le han hecho a Panamá y al resto de los casi cuatro millones de panameños, que si amamos este país.

Si el gobierno, con toda razón, no accede a las demandas sin sentido de los indígenas sediciosos y estos mantienen su posición de intransigencia, otra vez vendrán los intentos de cierres de calles y de vandalizar las propiedades estatales, con los enormes perjuicios que esto causará a la población, a la empresa privada, a la economía y al prestigio del país. Los resultados son impredecibles y podrán ser aprovechados por todos los que se oponen al gobierno actual, especialmente por aquellos que desean ardientemente el caos general y el retorno a la dictadura. Que el pueblo panameño no se deje engañar… Que apoye sin condiciones el mantenimiento del orden establecido y la gobernabilidad del país. Que le de un si rotundo al progreso y al desarrollo sostenible de la nación, que incluye el uso racional de los recursos naturales en beneficio de todos los panameños…

Para enturbiar más el panorama, mañana comienzan las clases en las escuelas primarias y secundarias de todo el país. El panorama se presenta complicado para el gobierno y esta es la coyuntura que, irresponsablemente, esperaban los Ngäbes sediciosos, sus maestros en las sombras, algunas facciones de la oposición, los grupos de la ultra izquierda, los ambientalistas extremistas y muchos panameños que no ven las cosas con claridad, para crear más presión sobre el gobierno. Dios nos ayude a superar esta crisis y que no ocurran situaciones que luego debamos todos lamentar.

20 febrero 2012

La estrategia de la insurgencia Ngäbe

Dicho y hecho…La consigna de los indígenas de la etnia Ngäbe es dilatar lo más posible cualquier acuerdo con el gobierno, para subvertir el orden público e incitar a la sedición general. Es un plan bien concebido por quienes están detrás de los indígenas sediciosos para tomarse el poder pues la ambición desmedida y el deseo de poder de estos grupos está por encima de la Patria. El pueblo panameño tiene que abrir bien los ojos y leer entre líneas, no sea que éstos apátridas y sus secuaces destruyan todo lo que se ha logrado en los pocos años de democracia que llevamos. El gobierno tiene que pararse firme, mantenerse dentro del orden constitucional y no permitir que los sediciosos ni nadie lo altere, poniendo en peligro la democracia que ahora disfrutamos y que tanto sufrimiento y vidas costó. Quien diga que ahora en Panamá no hay democracia ni libertad de prensa, está hablando de otro país o de un Panamá en otra dimensión.

Ya falta poco para que los Ngäbe sediciosos le mienten la madre, en buen panameño, al Presidente de la República, aprovechando los medios de comunicación masiva que cubren los incidentes. Le han dicho casi de todo, con un lenguaje soez y un irrespeto sin límites que ya es chocante. Esto indica la falta de nivel, la falta de educación y de clase de estos indígenas sediciosos que, ciertamente, no representan a la mayoría de los Ngäbe. A través de los medios se escuchan las demandas de las autoridades comarcales y de jóvenes indígenas sediciosos que, en abierta insurgencia, insultan al gobierno, especialmente al Presidente de la Nación, que fue escogido por abrumadora mayoría popular (con excepción de la comarca Ngäbe Buglé, donde el actual Presidente perdió ampliamente), con toda suerte de improperios y amenazas. Luego, contradictoriamente, exigen que se les respete. Incluso, la cacique ha manifestado abiertamente que el documento firmado, que contiene el acuerdo alcanzado hasta este momento, es un simple papel, indicando con esto que no necesariamente lo acatarán. ¿Acaso no es esto una muestra fehaciente de que solo están ganando tiempo para las siguientes etapas de su tenebroso plan y se burlan del gobierno y el pueblo panameño? ¿Qué otra prueba se necesita para que el gobierno y el pueblo panameño tomen conciencia de la peligrosa situación en que se debate el orden establecido, la gobernabilidad y la democracia panameñas? ¿Y qué de la imagen que está proyectando el país cuando un pequeño grupo de indígenas sediciosos, manipulados por mentes torcidas, es capaz de hacer tambalear los estamentos sociales e institucionales y todo el país? Esto está programado por los verdaderos autores intelectuales de este desafuero, que pretenden romper el orden constitucional para tomarse el país, imponer sus ambiciones y no tener que esperar un nuevo período electoral, como es normal en un sistema democrático bien establecido. También por los que, irresponsable y criminalmente, quieren pescar en río revuelto para obtener provecho de esta grave crisis nacional.

Es algo increíble que la gobernabilidad, el progreso y el futuro de Panamá puedan ser vulnerados tan fácilmente. Esto pone de relieve la fragilidad de nuestras instituciones y la inmadurez del pueblo panameño que, en general, es fácil y rápidamente seducido por sentimientos y percepciones -sujetas a manipulación- y no por hechos o realidades (ver en este Blog: Consolidación de la Nación Panameña y de la Panameñidad, julio 2006; ¿Qué queremos los panameños para Panamá?, mayo 2007). Si el país cuenta con una flamante Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), que hace tiempo debió ser elevada al rango de Ministerio, sus estudios de impacto ambiental deberían ser reconocidos por su seriedad e idoneidad a toda prueba. Y si en el país no existieran especialistas verdaderamente idóneos y reconocidos en medir los impactos de la minería y la construcción de hidroeléctricas, estos deberían ser contratados. De este modo se contaría con los mejores diagnósticos posibles y con las más eficaces medidas de mitigación que harían sostenibles ciertas operaciones mineras y la construcción de hidroeléctricas, que fueran aprobadas por los estudios realizados por los consultores contratados, utilizando metodología científica y tecnología de punta.

En Panamá, actualmente, casi todo el mundo es especialista o experto en mediciones de impacto ambiental, lo que significa que no hay confianza en la ANAM. Hay abogados, arquitectos, biólogos generalistas, agrónomos y otros profesionales que han participado en uno o más cursillos de medición de impactos ambientales para obras pequeñas de impactos fácilmente medibles que, en verdad, no están capacitados y mucho menos están calificados para evaluaciones de grandes magnitudes, como las de la minería y la construcción de hidroeléctricas, que requieren de una estimación de impactos ambientales rigurosamente científica y profunda. Sin embargo, son considerados los grandes expertos y hablan por los medios con gran probidad y autoridad, creando gran confusión en la sociedad. Estos “expertos” saben de todo: de biología marina, de minería, de hidroeléctricas, etc.. Estas son evaluaciones muy sensibles y hay que dejarlas en manos de verdaderos profesionales en la materia.

Si un estudio de impacto ambiental verdaderamente científico indicara que, por el nivel de impacto, no es conveniente una explotación minera o la construcción de una hidroeléctrica, en una ubicación específica, el gobierno de turno estaría obligado a acoger la recomendación; caso contrario, el gobierno tendría luz verde para proceder a la construcción, con la implementación de las medidas de mitigación recomendadas para que la operación de la hidroeléctrica sea sostenible en el tiempo; o sea, contaría con toda la autoridad constitucional para ejecutar la obra. No debería haber cuestionamientos al respecto, ya que se trata del progreso del país y de la mejora de la calidad de vida de todo el pueblo panameño. Parte de los argumentos que enarbolan los Ngäbe para oponerse a la construcción de las hidroeléctricas, son: que el gobierno planea comercializar parte de la producción (asumen que, entonces, no se requieren las hidroeléctricas) y que la empresa de un pariente del Presidente está aspirando a que se le adjudique la construcción. Al respecto, si hay excedentes en la producción de energía eléctrica, en un momento dado, ¿qué tiene de cuestionable que se vendan, hasta que el propio desarrollo del país los demande? También señalan que un familiar cercano del presidente es dueño de una de las empresas constructoras proponentes. Si esto no es permitido por la Ley, simplemente, no podría participar; si es permitido, no tiene sentido protestar. Así de sencillo. Todo se basa en la Ley vigente y es encomiable que la ciudadanía esté pendiente de estos detalles.

En fin, el gobierno tiene que asumir su rol en esta crisis y preservar su autoridad constitucional y la gobernabilidad del país, tomando las decisiones que sean correctas, sin ceder ante la presión de los Ngäbe sediciosos y sus cómplices intelectuales, de algunos políticos de oposición y de otros actores que actúan desde las sombras. La ciudadanía tiene que respaldar las decisiones del gobierno, en defensa del orden establecido, de la institucionalidad, de la estabilidad, de la gobernabilidad y de la democracia. Jamás se puede permitir que estos malos panameños echen por tierra todo lo que se ha logrado desde 1989, cuando la oprobiosa dictadura militar llegó a su fin. Los miles de Ngäbe que no apoyan la sedición deben organizarse y manifestarse ante la faz del país pues sus congéneres sediciosos están bloqueando su derecho a disfrutar de una mejor calidad de vida y a progresar.

12 febrero 2012

La Sedición de los Ngäbe: preludio de una desgracia

Panamá está al borde de una desgracia de proporciones desastrosas. Las negociaciones del gobierno con los Ngäbe, para resolver la crisis actual y devolver la tranquilidad y la normalidad al país, están a punto de fracasar. Los Ngäbe mantienen su postura intransigente de no permitir las explotaciones mineras ni la construcción de dos hidroeléctricas en territorios comarcales o sus alrededores. El gobierno ya ha agotado casi todas sus opciones y se aproxima a una coyuntura crucial: o acepta la imposición de la minoritaria etnia Ngäbe o impone su autoridad constitucional para proseguir con los planes de desarrollo nacional y construir las dos hidroeléctricas que necesita el país para reducir los costos de producción de la energía eléctrica con una alternativa limpia y sostenible (en contraposición al costoso y contaminante “bunker” derivado del petróleo) y el costo del suministro a las industrias, empresas y a la población en general, que mejorará la calidad de vida de todos los panameños.

De ocurrir lo primero, el gobierno perderá toda su autoridad y legitimidad, quedando el país en las manos de esta minoría ignorante y, principalmente, de quienes están detrás de ellos engañándolos con sueños de opio, haciéndoles creer que tienen la razón, que hacen bien, que están en su justo derecho de alterar el orden público, inflamándoles el ego e instándolos a la sedición en contra del orden establecido y de la Nación (si el gobierno sobrevive esta crisis tendrá que hacer una investigación prolija para llegar hasta el fondo de este oscuro y peligroso asunto y llevar a la justicia a quienes estén implicados, sean quienes sean). Luego de su triunfo, los Ngäbe lograrán lo que quieran del gobierno mediante el chantaje, so pena de cerrar las calles, incendiar o destruir las propiedades del Estado o paralizar la agricultura de Chiriquí (al suspender las labores de su mayoritaria fuerza laboral en el sector agropecuario chiricano), entre otras “bellezas”.

Por otro lado, si el gobierno impone su autoridad constitucional, pensando en el bien común, en la inmensa mayoría de los panameños, que es lo correcto, aprobará la construcción de las dos hidroeléctricas en el territorio comarcal. Lo que ocurrirá es impredecible y de proporciones incalculables, ya que el gobierno, pensando en la anterior crisis de Bocas del Toro en el año 2010 (también manipulada tras bastidores), actuó muy tarde y dejó que se desbordaran las pasiones contribuyendo, sin querer, al éxito de esta planificada operación de sedición cuyo objetivo es colapsar el orden público, el gobierno actual, la democracia y la Nación.

El mejor de los escenarios sería que los Ngäbe entendieran que el bien común está por encima de todo, acataran la decisión del gobierno, se replegaran a su comarca, se iniciara la construcción de las obras y el país recuperara la paz y la normalidad (los milagros existen). Esto sería más probable si los indígenas Ngäbe estuvieran solos en este proyecto fatídico pero, lamentablemente, no es así. Sin embargo, es justo señalar que hay muchos indígenas de esta etnia que no están de acuerdo con la posición intransigente de sus paisanos y líderes pero no osan expresarse o actuar por temor a las represalias. El escenario intermedio sería que los Ngäbe sediciosos vuelvan nuevamente a las calles a trastocar la convivencia pacífica, la economía nacional y la imagen mundial de Panamá (que tanto tiempo y recursos ha costado levantar y establecer) teniendo el gobierno que reprimirlos con mayor uso de la fuerza -quizá con algunas víctimas fatales adicionales e, incluso, en ambos lados- terminando todo con el arresto masivo de estos indígenas y de algunos de sus líderes más beligerantes. El país volvería a la calma, el orden constitucional sería restablecido y los proyectos para el progreso del país y de todos los panameños serían iniciados sin más problemas. El peor escenario sería que los Ngäbe, mal aconsejados, declaren la guerra al gobierno y enfrenten con violencia a la Policía Nacional y, más adelante, a cualquier panameño que no sea de la etnia, perdiendo el gobierno el control de la Nación. Podría ocurrir un innecesario baño de sangre del cuál serán responsables, principalmente, los autores intelectuales de esta insensatez que, tarde o temprano, serán descubiertos. El desenlace final podría culminar con la renuncia del actual Presidente Constitucional de la República (que es lo que esperan los verdaderos cerebros de esta intriga, no siendo casual que la oposición haya estado señalando consistentemente, como excusa para preparar el terreno hacia el poder, que el gobierno actual pretende establecer una dictadura de partido) o en un golpe de Estado (como ya ha sucedido en Panamá, por razones algo similares, en el corto tercer período constitucional del Dr. Arnulfo Arias Madrid, en 1968, que permitió la instauración por la fuerza de una larga dictadura militar de 21 ominosos años de duración y de los que, social, educativa y espiritualmente Panamá aún no se ha recuperado) y en el consecuente establecimiento de un gobierno de transición (este es el resultado que menos desean algunos de los conspiradores). Al final, es la democracia en el más amplio sentido y el futuro de Panamá, lo que está en juego en estos momentos.

¿Es esto lo que desea la mayoría de los panameños trabajadores y honestos? Algunos dirán que estas no pasan de ser meras suspicacias. Sin embargo, en la oposición hay “cabezas calientes” que hacen mucho énfasis y alardes, en los discursos y entrevistas que ofrecen, del apoyo irrestricto que dan a la “nación Ngäbe”, indicio claro de lo que se está tramando y está a punto de fraguar…

Los panameños sensatos y trabajadores, que verdaderamente soportan sobre sus hombros este país y son la inmensa mayoría, tienen que despertar del letargo en que están sumidos y manifestar abiertamente su desacuerdo con la absurda y obtusa posición de los Ngäbe, dirigida por sus ocultos padrinos. Tienen que dar la cara en apoyo a la institucionalidad y la democracia.

El gobierno debe mantenerse firme y prepararse para lo peor. Las decisiones tendrán que ser tomadas pronto y ser aplicadas con rigor, evitando en lo posible, las confrontaciones, pero con la decisión no negociable de salvaguardar nuestra estabilidad y democracia, en beneficio de la mayoría del pueblo panameño. Si es posible, deben invitarse observadores internacionales que atestigüen los hechos para evitar sanciones injustas a un país que lucha con ímpetu para desarrollarse. Las decisiones deberán tomarse antes del inicio de clases de los colegios secundarios para evitar situaciones peligrosas o extremas causadas por pequeños grupos de docentes mediocres y sin escrúpulos, así como de estudiantes de la ultra izquierda y otros que no saben leer entre líneas y, también, están siendo manipulados.

Que Dios proteja y ayude a Panamá y se llegue a un consenso que satisfaga los intereses de la mayoría de los panameños. ¡¡¡Amén, que así sea!!!

03 febrero 2012

La Sedición de los Ngäbe

¿Cuál es la verdadera génesis de la seria crisis que está experimentando el país? Se dice que es la negativa de los indígenas Ngäbe Buglé frente a la explotación minera y la construcción de hidroeléctricas en la comarca. Esta es, apenas, la punta del “iceberg”. Al respecto, la construcción de hidroeléctricas es un asunto de importancia vital para el progreso y desarrollo de la Nación y su ubicación no es por capricho si no que obedece a requerimientos técnicos. Por otro lado, la comarca Ngäbe Buglé -así como ninguno de los otros territorios comarcales- no es un país independiente y está completamente sujeta a la Constitución y las leyes panameñas. Siempre que el gobierno de turno garantice la justa indemnización y nueva ubicación adecuada, tiene toda la autoridad para proceder, después que todo se haga dentro del marco legal. Por otro lado, las explotaciones mineras deben prohibirse si no se demuestra que son responsables y sostenibles. Lo contrario, si se demuestra ante la faz del país que puede realizarse una explotación minera específica con responsabilidad, con las debidas medidas de remediación y con sostenibilidad, los ambientalistas de extrema y demás opositores que tienen engañados a los indígenas, deben ser honestos y ser los primeros en aceptarlo. Una explotación minera responsable y sostenible debe producir progreso en la comunidad donde se realiza, lo cuál sí es responsabilidad del gobierno de turno. La verdadera génesis de la crisis actual es, principalmente politiquera, con algunos matices ambientalistas impulsados por extremistas y mercenarios ambientalistas que solo ven en blanco y negro, siendo “blanco” la cero acción y “negro” cualquier intento de actividad que interactúe con el ambiente. Esta es una posición muy cómoda e irresponsable pues todas las actividades del ser humano, por muy discretas que sean, tienen un impacto ambiental medible. Lo inteligente es la implementación de una gestión ambiental responsable y equilibrada, con sostenibilidad en el tiempo, que sea compatible con el justo y necesario progreso humano. Por otro lado, a nadie escapa que uno de los principales ingredientes políticos de esta crisis se llama “Sala Quinta”. Y es que la oposición y la ultra izquierda en general ven la sombra de la re elección por todos lados y con mucho temor. No hay que temerle a la re elección pues, al final, es el pueblo el que decide con sus votos, con base en el desempeño de un gobierno, si merece o no continuar en el poder.

Los cierres de la carretera Panamericana en la provincia de Chiriquí, en puntos estratégicos de la provincia de Bocas del Toro y en otros puntos del país, a lo largo de esta vital arteria, ocasionados por los indígenas Ngäbe Buglé, están causando grandes complicaciones y pérdidas a muchos productores agropecuarios, agro empresarios, empresarios en general, transportistas, enfermos, estudiantes, ciudadanía en general y turistas locales y extranjeros, solo para citar algunos grupos de afectados. Panamá y su imagen están siendo gravemente dañadas, a escala global, luego de haber obtenido, recientemente, una destacada mención internacional entre los mejores destinos turísticos del mundo, la calificación de grado de inversión por las tres principales calificadoras de riesgo del mundo, una de las tasas de desempleo más bajas del continente y el mayor crecimiento económico de toda América Latina. Los perjuicios son enormes para el país no solo para el gobierno de turno. A estas alturas de la crisis, no habrá un ganador ni un perdedor. Son todos los panameños los que perdemos, es Panamá la que pierde, es la democracia la que está en la cuerda floja...

Ya se está haciendo una mala y detestable práctica que ciertos grupos políticos (como la ultra izquierda y un sector de la oposición partidista), ambientalistas extremistas o mercenarios y de ONG's sin patria y sin ley -que solo piensan en desestabilizar al país para lograr sus viles y mezquinos intereses y acceder al poder- utilicen y se escuden cobardemente en la etnia Ngäbe Buglé y sus líderes, manipulándolos inmoralmente para su propio beneficio y en detrimento de los propios indígenas que aseguran proteger, así como de Panamá. Cada vez que se les antoja, especialmente cuando el país obtiene avances o logros importantes, movilizan a estos indígenas, a través de sus líderes, y los utilizan como "carne de cañón" para provocar al gobierno, hacer que cometa errores, buscar víctimas fatales para convertirlas en mártires y avanzar en sus diabólicos propósitos.

En un país tan pequeño como Panamá, fue un error político muy grande o -quizás- un frío cálculo político, la creación de grandes territorios comarcales con la supuesta intención de conservar la pureza de las tradiciones indígenas y su sostenibilidad (la Comarca Ngäbe Buglé se creó mediante la Ley 10 del 17 de marzo de 1997). La realidad ha demostrado cuán equivocados estaban o, en el peor de los casos, cuán bien calcularon al crear este “Caballo de Troya”. ¿Que beneficios ha obtenido el país con esta acción? Ninguno positivo. Los indígenas siguen en la miseria, siguen en la ignorancia, han sido aislados del resto del país en los territorios comarcales (lo cuál es una verdadera segregación racial) y se han creado territorios comarcales con regímenes especiales, como si fueran varios países dentro del pequeño territorio panameño. Es más, los indígenas son panameños especiales, con más privilegios que los demás nacionales, que pueden -por ejemplo- tener terrenos y fincas dentro de la comarca y fuera de ella, cosa que a la inversa no le es posible a ningún otro panameño; al parecer, piensan que no tienen deberes con Panamá ni se sienten identificados con la nación, a menos que sea para exigir sus derechos indígenas y sus egoístas demandas. Lo más recomendable en el futuro, con la ayuda de los gobiernos de turno (una ayuda que no represente una limosna proselitista como repartir comida, ropas, insumos agropecuarios), sería educar a los indígenas en diferentes profesiones técnicas y universitarias, a través del ofrecimiento de becas, con el fin de que se integren plenamente a la sociedad panameña y se sientan parte de ella. Esto, para nada, implica la pérdida de sus tradiciones culturales...Es la única manera de que puedan salir de la ignorancia y la pobreza endémica que los aqueja y puedan contribuir al desarrollo del país...

Parece ser que a los grupos políticos y ambientalistas, así como a las ONG's involucradas, les conviene que los indígenas continúen perpetuamente en la miseria y la ignorancia pues así ellos podrán seguir recibiendo donaciones y apoyos millonarios de los países ricos y de organizaciones internacionales, dizque para "ayudarlos" a mejorar su condición de vida. Sin embargo, los indígenas continúan igual o peor que al inicio, luego de poco más de un siglo de vida republicana.

Lo más triste es que grupos de educadores, estudiantes, sindicatos y muchos otros ciudadanos -que no analizan bien lo que está sucediendo y lo que verdaderamente está en juego o, simplemente, tienen aviesos intereses políticos y económicos muy por encima de la patria- apadrinen irresponsablemente a la minoría Ngäbe aún en contra de la estabilidad, la seguridad jurídica y la democracia del país, más que del gobierno de turno. Los panameños que de verdad quieren este hermoso país, saben que todo es un bien organizado complot sedicioso para sembrar la anarquía y acabar con el orden establecido, apoderándose del poder, en momentos en que nuestro país es (o era) un modelo internacional en muchos aspectos. Incluso, hay algunos periodistas que también se están haciendo eco de este nefasto proceder y son cómplices a través de sus comentarios velados y sus insinuaciones maquiavélicas que, en lugar de contribuir al establecimiento de la paz, lo que intentan es enardecer los ánimos en contra del orden establecido. Y toda esta debacle sucedió en una semana…

No se puede permitir que esto se alargue por más tiempo. No es posible que una minoría insensata e ignorante (textualmente expresado y sin ninguna otra connotación) destruya Panamá, siguiendo tenebrosas consignas de cerebros podridos que, tras bastidores, cobardemente, conspiran contra el país, ante la pasividad absoluta del resto de los panameños que son los que incansablemente aportan al crecimiento y desarrollo de la Nación. Hay que terminar con este movimiento de sedición, por las buenas, si se puede, por las miles de familias panameñas que, con denodado esfuerzo y dignidad, son el nervio y motor de la Nación…Y, si no se puede por la buena (la razón, el diálogo, la concienciación, la concertación) habrá que utilizar todos los medios y dispositivos de que disponen las autoridades para aplicar la Constitución y las Leyes y salvaguardar el orden público, la convivencia pacífica y la estabilidad, la seguridad del Estado y el progreso de la Nación. Cuando se llegue al término de la actual gestión gubernamental habrá otra oportunidad de elegir un nuevo Presidente (y, quizás, en un futuro no lejano, de volver a elegirlo), ya sea del partido político actualmente en el poder o de cualquier otro...Mientras tanto, el Presidente Martinelli y su equipo de trabajo deberán seguir tratando de impulsar a Panamá hacia niveles nunca antes alcanzados en la historia nacional y la oposición debería, responsablemente, mantenerse en actitud vigilante, apoyando las buenas propuestas e iniciativas del gobierno, aportando ideas positivas para una mejor toma de decisiones y recomendando opciones para corregir errores que se cometan. Esto si sería aportar patrióticamente al desarrollo de la Nación, esto si sería un signo inequívoco de madurez política, es la verdadera democracia y lo que el pueblo panameño espera de sus políticos...

Hay que darles un rotundo NO a esos malos panameños, hipócritas, que no pueden ni saben vivir en democracia. La democracia, como filosofía política, exige responsabilidad de todos o de la gran mayoría para mantener un clima adecuado que sea sustrato fértil para la libertad, la dignidad y el progreso sostenible de la Nación y de todos los panameños…