10 junio 2009

Panamá, 3 de mayo de 2009: triunfo de la opositora Alianza por un Cambio y la actitud de cambio

En las pasadas elecciones generales en la República de Panamá, el 3 de mayo de 2009, la alianza opositora (con Cambio Democrático y el Partido Panameñista a la cabeza) logró una contundente victoria sobre la alianza oficialista, encabezada por el Partido Revolucionario Democrático (PRD), con un aplastante 60% de los votos emitidos, correspondientes al 73% de la población votante, de 1.5 millones de panameños.

La opositora Alianza por un Cambio centró su campaña en el planteamiento del cambio, para señalar que el país requiere de un cambio radical en el enfoque y estilo de gobernar tradicionales de la partidocracia imperante, especialmente el partido o alianza partidaria que accede al poder ejecutivo y la correlación de fuerzas en el poder legislativo. Pero, más allá aún, la forma de hacer oposición es deplorable, por el daño que causa a la nación, con los partidos de oposición cuestionando y obstaculizando todas las iniciativas del gobierno de turno, para hacerlo quedar mal ante la ciudadanía, allanando así su camino para el siguiente período eleccionario.

Y es que en Panamá, tradicional y lamentablemente, el partido o la alianza que llega al poder gobierna el país para el beneficio de su organización política, sus cúpulas y sus miembros. Lo que sobra del pastel gubernamental, que es muy poco, es para contentar y confabular a los partidos de oposición, con el fin de perpetuar el tradicional sistema partidocrático a ultranza y seguir aprovechándose de él, per saecula saeculorum... Por supuesto, las necesidades del pueblo, de la ciudadanía en general, en términos de calidad de vida y desarrollo humano, no son la prioridad y, por consiguiente, no son atendidas en absoluto. La ambición y/o la corrupción de los oportunistas políticos del momento (algunos donantes de fondos a las campañas, los parientes, los amigos, los militantes y demás) se toma el sector público, depredándolo a su gusto y antojo, con la complicidad de los partidos políticos. Este nefasto rejuego político dura los cinco años del gobierno de turno y, además de estresante y desgastante, resulta tanto o más destructivo para el país que las mismas dictaduras, con la única excepción de que -hasta el momento- hay respeto por la vida y, hasta cierto punto, la honra de los ciudadanos. Como rezaba el ya famoso eslogan político de Ricardo Martinelli durante su intensa, arrolladora y exitosa campaña política, “entran pobres y salen ricos”, en alusión directa a esta vergonzosa y deplorable práctica… Los ejemplos de esto son abundantes…

Uno de los resultados más interesantes de la recién pasada campaña electoral que culminó con las elecciones generales el pasado 3 de mayo, que supone un rudo golpe a la partidocracia, es la decisión de la Corte Suprema de Justicia de declarar inconstitucional el Artículo 233 del Código Electoral en el que se señala que solo los partidos políticos legalmente establecidos pueden postular candidatos a la Presidencia y Vice Presidencia de la República, aunque admite la libre postulación en otros cargos de elección popular. Esta decisión se tomó a instancias de una demanda de inconstitucionalidad presentada por Juan Jované, economista y catedrático universitario. A partir del próximo período electoral se permitirá, entonces, la postulación libre de candidatos a estos altos cargos del Poder Ejecutivo. Con esta decisión se perfecciona la democracia panameña, que gana en profundidad y estabilidad, sentando un precedente en la región centroamericana.

La alianza opositora también hizo énfasis en el catastrófico fracaso del gobierno del PRD en resolver los graves problemas del transporte, la salud, la educación, la seguridad pública y el costo de la canasta básica, que disminuyen severamente la calidad de vida y el índice de desarrollo humano del pueblo panameño (2), especialmente de las capas medias y bajas, que son la inmensa mayoría. Además de ser una vergüenza nacional, da tristeza y dolor que -siendo Panamá un país rico, pues lo es- sea uno de los más atrasados del Continente Americano, en materia de equidad social, con una inmensa clase media baja y un lumpemproletariado enorme y en constante crecimiento. La preocupante pauperización de la clase media trabajadora (por los bajos salarios estancados y los incrementos constantes en el costo de la canasta básica) y el crecimiento de la economía informal (de buhonería y de semáforos) son señales y efectos inequívocos de la rapacidad e indolencia de la clase política y de la partidocracia panameñas tradicionales. Por otro lado, el crecimiento económico de Panamá se refleja solo en el sector empresarial y de los grandes consorcios y en el mundo de la construcción (de rascacielos, de grandes centros comerciales, de urbanizaciones exclusivas) y el turismo inmobiliario y de bienes raíces, básicamente orientados a la clase económica alta y a los inversionistas locales y extranjeros. Estos temas fueron importantes promesas de campaña que llevaron al PRD y a Martín Torrijos Espino a una victoria muy cómoda sobre el entonces oficialista Partido Panameñista -en las elecciones generales de mayo de 2004- y que su gobierno no pudo resolver. Precisamente, otro de los eslogans políticos de la campaña Martinelli - Varela era: “si quieres más de lo mismo, vota por el PRD”.

En este blog, Palabra Justa, se publicaron una serie de artículos -en los años 2006, 2007 y 2008- con análisis profundos de la psicología de los panameños, la educación, el transporte, la salud, la crisis socioeconómica nacional y la política criolla, entre otros temas relacionados con la sociedad panameña. Incluyen soluciones y recomendaciones dirigidas a la ciudadanía y al gobierno del PRD, indicando la necesidad de cumplir las promesas de campaña, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los panameños de abajo e incrementando las posibilidades de éxito en los comicios que acaban de culminar, con la aplastante y humillante derrota de este colectivo político que no supo resolver los más apremiantes problemas que enfrenta el panameño común en su diario vivir (ver Bibliografía Consultada).

El pueblo ya está cansado de las falsas promesas y de la retórica barata que los políticos criollos, con contadas excepciones, pregonan cada cinco años en los tinglados políticos para ganarse, engañosamente, los votos del electorado. Estamos en el mismísimo borde de una crisis social de grandes y peligrosas proporciones. Por estas razones, la propuesta de la alianza opositora se impuso fácilmente pero, al mismo tiempo, generó una enorme expectativa entre la ciudadanía y en la comunidad internacional. ¿Podrá la alianza triunfadora, aunque sea medianamente, cumplir sus promesas electorales de producir un verdadero cambio en la forma de gobernar el navío de la nación, elevando los niveles de calidad de vida y desarrollo humano del pueblo panameño, con inclusión efectiva de todas las clases sociales, propiciando un verdadero y sólido desarrollo socioeconómico sostenible para Panamá? Es imperativo detener el acelerado empobrecimiento de la clase media, potenciando su capacidad económica conjuntamente con la de las capas sociales más bajas, dinamizando la economía nacional y el progreso y desarrollo generales.

Según el Diccionario de la Real Academia Española (vigésima segunda edición), dos de las principales definiciones de cambiar son: “dejar una cosa o situación para tomar otra” y “convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente su contraria”. Este artículo gira en torno a esa promesa de cambio y a la verdadera actitud de cambio que deberá asumir e implementar el gobierno entrante de Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela, a partir del 1 de julio de 2009.

La verdadera actitud de cambio:

Lo que verdaderamente quiere el pueblo panameño es que los llamados a administrar los destinos del país, durante los cinco años posteriores a unas elecciones generales, se dediquen a esta labor a tiempo completo, sin injerencias ni distracciones de la política partidista, con una visión de Nación, de Estado. Al fin y al cabo, el Presidente de Panamá es el Presidente de todos los panameños y debe velar por el bienestar de todos y no solo de los miembros de su partido político, sus simpatizantes, sus familiares y amigos, que es lo que ha venido sucediendo durante muchos años.

La verdadera actitud de cambio, entonces, implica la desvinculación del presidente electo, su gabinete presidencial (los ministros y funcionarios del mismo nivel) y todo su equipo de trabajo (directores de instituciones públicas) de la política partidista, durante los cinco años de gestión gubernamental. Esto eliminaría la presión política que ejerce el partido o alianza política que los llevó al poder y los liberaría de sentirse comprometidos a conceder posiciones o cargos en los mandos altos y medios del gobierno, en pago por el apoyo recibido en el período eleccionario. Este modus operandi es una lacra institucionalizada a nivel de gobierno y representa una especie de chantaje político que hace que, en muchos aspectos, el Presidente, su gabinete y su equipo tengan las manos atadas.

Lo óptimo sería que el Presidente Electo, sus ministros y su equipo de trabajo puedan elegir su personal entre los candidatos con mejor Curriculum Vitae o mayor mérito -en relación a su preparación, experiencia, ejecutorias y honestidad- sin importar el partido político al que pertenezcan. ¿Acaso no es esto lo que más conviene a la Nación?

La verdadera actitud de cambio también implica que el nuevo gobierno promueva, a través de la sensibilización (charlas, capacitaciones, seminarios, talleres), la actitud de servicio correcta en todos los servidores públicos. Los servidores públicos no están para servirse del Estado sino para servir al Estado, al país, cumpliendo sus funciones con eficiencia, honestidad, transparencia y buena disposición. Por supuesto, actitud de servicio no tiene nada que ver con servilismo sino, todo lo contrario, con dinamismo, iniciativa propia, imaginación en la ejecución de funciones, pro activismo.

El gobierno del cambio:

El lema de los gobiernos tradicionales en Panamá pareciera ser: “gobierno de la partidocracia, por la partidocracia y para la partidocracia”, en abierta oposición a la célebre frase de Abraham Lincoln (Gettysburg, 1863), “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Esta corta frase, llena de sabiduría y contenido social y político, encierra lo que todo el pueblo panameño espera de sus gobernantes.

Que el Presidente de un país pueda ser, al mismo tiempo, el presidente o secretario general de un partido político y participar en las reuniones de su colectivo político, al mismo tiempo que ejerce la primera magistratura de la Nación, es absolutamente incompatible con los más sagrados intereses de cualquier Nación y representa un atentado contra la democracia y la justicia. Esto es barbárico e inmoral y genera, al mismo tiempo, un innegable conflicto de intereses. Sin embargo, es permitido en Panamá. En la Constitución Política Nacional deberían introducirse disposiciones al respecto, para impedir que esto continúe sucediendo. Lo más noble y adecuado es que una vez que un Presidente Electo, su gabinete y su equipo de trabajo asumen las riendas del nuevo gobierno y del país, se aparten completamente de la política partidista y se dediquen, con exclusividad, a sus funciones de administrar el Gobierno y el Estado. Sería un acto histórico y maravilloso que el gobierno de Ricardo Martinelli propiciara y lograra (o, al menos, iniciara) estos cambios necesarios para el perfeccionamiento de la democracia en Panamá, a través de una Asamblea Constituyente.

Sin lugar a dudas, los temas que el gobierno saliente del PRD no pudo resolver son de gran significancia para la sociedad panameña y el gobierno entrante de Martinelli-Varela está obligado a abordarlos ipso facto y a solucionarlos con prestancia. El pueblo panameño lo demanda para mejorar su calidad de vida y, al mismo tiempo, mejorará el índice de desarrollo humano del país. Los temas de mayor importancia son: el transporte público en la ciudad de Panamá, el sistema de salud pública, la educación pública, la seguridad pública y el costo de la canasta básica y la seguridad alimentaria. Se comentará, brevemente, sobre cada uno de ellos. Hay otros temas de gran importancia que no se abordarán en este artículo, como el alto costo de la generación de energía eléctrica, el alto costo del combustible fósil (especialmente el petróleo) y la resistencia de las autoridades a explorar otras alternativas.

Transporte público en la ciudad de Panamá: Sea el metro, el monorriel u otro sistema que sea eficiente, económico y esté a la altura del pueblo panameño, se debe gestionar inmediatamente. Es prioritario eliminar el infame, indigno e ineficiente sistema de los “diablos rojos” por un sistema de transporte masivo económico que evite que el ciudadano común tenga que salir de su hogar a las 3 ó 4 de la mañana y esperar una o dos horas en la piquera o terminal para tomar un bus, en mal estado, sin seguridad y atestado de pasajeros hasta los estribos, que lo lleve al trabajo para iniciar sus funciones de mal humor y en un estado de gran estrés. Cuando finaliza la jornada laboral, lo mismo, a la inversa. El ciudadano llega a su residencia a las 7, 8 ó 9 de la noche, agotado, sin ganas de participar en las actividades familiares y en un estado de ánimo sombrío. No hay calidad de vida en el sistema de transporte público.

Sistema de Salud Pública: El ciudadano panameño de las capas medias y bajas, que utiliza el sistema de seguridad social, tiene que llegar a las clínicas y policlínicas a las 3 ó 4 de la mañana y hacer largas filas durante interminables horas para obtener un cupo con un médico o para el laboratorio. Con frecuencia, las citas médicas son para las horas de la tarde, así que el ciudadano tiene que pasar muchas horas, todo el día, para que lo atiendan. Si tiene la mala suerte de necesitar una operación urgente, tendrá que esperar unos meses antes de poder conseguirla. Quizás, para entonces, ya sea muy tarde. El cuadro de medicamentos, por otro lado, está más vacío que caldero de indigente y el pobre “asegurado” tiene que ir a una farmacia privada, con dinero prestado, para comprar solo parte de las medicinas ya que son las más caras de América Latina. Hay un sucio negocio detrás de esto. Se juega con la salud y la economía del pueblo, de la gente pobre. No hay calidad de vida en esto.

Educación Pública: Panamá es uno de los países latinoamericanos que más dinero invierte en la educación y uno de los que menos resultados obtiene, en términos de la deficiente preparación de los educandos. Nunca hay acuerdo ni cordialidad entre las autoridades ministeriales y los dirigentes educadores, para modernizar y mejorar los planes educativos adecuándolos a la realidad y al mercado laboral actual. Estos últimos solo luchan por aumentos salariales y conquistas laborales pero no les interesa su propia superación y excelencia profesional ni la calidad de la educación que imparten. Las escuelas nunca están en condiciones al inicio del año escolar por una torpe falta de planificación, seguimiento y evaluación -tanto de docentes como de autoridades ministeriales- y un exceso de “burrocracia” en el sistema estatal de inversiones. Es una excelente demostración de ineptitud, en grado superlativo. Los educadores piden libros que, con frecuencia, no se consiguen en las librerías y -cuando hay la suerte de encontrarlos- son extremadamente caros para los padres de familia de las capas medias a bajas, para el pueblo, para los pobres, que utilizan el sistema de educación pública para educar a sus hijos, porque todo se hace con un criterio mercantilista y nadie defiende los intereses del pueblo panameño. En ocasiones los docentes preparan sus propios “textos”, al margen del Ministerio de Educación, que venden barato pero que sirven de poco. Pareciera que ya no hay vocación en los educadores y/o que los salarios son tan bajos que tienen que trabajar en varias escuelas y rebuscarse como puedan para poder vivir con “dignidad”. Tampoco hay calidad de vida aquí, ni para docentes, ni para educandos, ni para padres de familia.

Seguridad Pública: Actualmente, este es un tema de importancia vital. Los índices de criminalidad han alcanzado niveles insospechados, nunca antes vistos en Panamá. Los narcotraficantes y los pandilleros se han tomado las calles. La mayoría de los asesinatos son perpetrados por sicarios menores de edad manipulados, tras bastidores, por adultos sin escrúpulos, sin Dios y sin ley. Hay que endurecer grandemente las leyes panameñas pues son extremadamente benévolas con los menores infractores, lo que hace que sea atractivo utilizarlos como asesinos a sueldo. Los maleantes poseen mejor armamento que la Policía Nacional pues el tráfico de armas, incomprensiblemente, no puede ser detenido (se tiene que investigar quién lo protege y aplicarle todo el peso de la ley). Los ajusticiamientos o ejecuciones por “tumbes” de drogas o peleas por territorios entre pandillas, ocurren diariamente. Algunos turistas que, al entrar al país, declaran dinero para compras en la Zona Libre de Colón son asaltados al salir del aeropuerto, por lo que es obvio que uno o más funcionarios del sistema (que tienen acceso a la información) son cómplices de los asaltantes y están bien protegidos. Los privados de libertad que tienen recursos pueden comprar celulares y muchos otros privilegios, incluso la evasión del sistema penitenciario. La Policía Nacional es comandada por civiles sin conocimientos, sin preparación y sin experiencia en estas funciones tan delicadas y complejas, por temores infundados a los golpes de Estado y el regreso de la dictadura castrense, cuando hay muchos mecanismos para prevenirlo. El resultado es que esta institución está desorganizada y desorientada y no puede ofrecer un servicio óptimo a la población, en términos de seguridad ciudadana. En fin, el ciudadano, en general, vive en estado de permanente inseguridad, de indefensión, y es presa de una psicosis colectiva por la falta de seguridad. Esto, ciertamente, disminuye la calidad de vida.

Costo de la Canasta Básica y seguridad alimentaria: El pueblo no recibe los beneficios de la economía de libre mercado, del neoliberalismo, de la globalización. Los ahorros derivados de la importación de alimentos más baratos (por la eliminación progresiva de los aranceles a los productos importados y de otras medidas consideradas proteccionistas) se quedan en los bolsillos de los comerciantes y no llegan al consumidor. El costo de la canasta básica se incrementa constantemente y los salarios están estancados. El resultado es la reducción progresiva del poder adquisitivo de la población, que impacta duramente la economía familiar de las capas medias y bajas de la sociedad. Por otro lado, la competitividad del productor nacional (que contribuye de manera significativa a la creación de empleos) es afectada negativamente, al tener que adquirir insumos agropecuarios a muy alto precio y tener que competir con productores de otros países, altamente subsidiados, en un mercado con grandes distorsiones, que favorece la importación de alimentos frescos (en detrimento de la producción nacional) y resta capacidad de exportación a los productos nacionales. El alto costo de la canasta básica y la frágil seguridad alimentaria restan calidad de vida a los panameños.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA DE ESTE BLOG

1. Actualidades panameñas. Blog “Palabra Justa”. 14 de enero, 2007.
2. Análisis y recomendaciones al Proyecto de Ley No. 442, sobre la salud sexual y reproductiva. Blog “Palabra Justa”. 21 de octubre, 2008.
3. Concienciación ciudadana. Blog “Palabra Justa”. 1 de febrero de 2007.
4. Consolidación de la nación panameña y de la panameñidad. Blog “Palabra Justa”. 24 de julio, 2006.
5. Paradigmas de la sociedad panameña. Blog “Palabra Justa”. 18 de junio de 2006.
6. Perfeccionamiento de la equidad en Panamá: la Carrera Administrativa y la Ley General de Salarios. Blog “Palabra Justa”. 13 de agosto de 2006.
7. ¿Qué queremos los panameños para Panamá? Blog “Palabra Justa”. 14 de mayo de 2007.
8. Reflexiones sobre la educación intermedia en Panamá: caso del Instituto Nacional. Blog “Palabra Justa”. 5 de julio de 2008.

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