10 noviembre 2008

El Gobierno de Barack Obama

Con la elección de Barack Obama como Presidente de los Estados Unidos, el pueblo estadounidense, en su conjunto, ha enviado un claro y fuerte mensaje al mundo: queremos un cambio diametralmente opuesto a las políticas de la administración Bush, queremos que se resuelva la terrible crisis económica que atraviesa el país causada por las equivocadas políticas económicas del gobierno saliente, queremos un gobierno que mire hacia adentro y se preocupe por el pueblo estadounidense, queremos que los y las jóvenes estadounidenses no sean enviados a morir injustificadamente en conflictos que no nos incumben y que pueden resolverse con la ayuda de las organizaciones internacionales creadas para estos fines y de la comunidad internacional, queremos progreso, queremos estabilidad y queremos paz.

Blancos, afroamericanos, latinos, asiáticos y gentes de todas las denominaciones raciales, culturales y religiosas que viven en los Estados Unidos eligieron al senador demócrata Barack Obama, un afroamericano de padre keniano negro, madre estadounidense blanca y esposa afroamericana. El enorme repudio hacia la administración Bush logró unir a todo el pueblo estadounidense para elegir a un hombre que, hace poco tiempo, era un casi total desconocido a nivel internacional, un hombre que rompe los más arraigados tabúes del estadounidense promedio: tener un presidente de la minoría negra, con un nombre no anglosajón, con un abuelo keniano musulmán, no criado en los Estados Unidos Continentales y con un compañero de fórmula católico, Joe Biden, para Vice Presidente.

Inicialmente, los republicanos, en el éctasis de su delirio, pensaron que iba a ser muy fácil vencer a Obama y permanecer en el poder por cuatro años más. Por eso eligieron como candidato a la Presidencia a un estadounidense “típico”, un estadounidense “nato”, un cowboy de Arizona, blanco, de ojos claros, al que le fabricaron la imagen de gran héroe de guerra nacional: John McCain. Como compañera de fórmula, para la Vice Presidencia, seleccionaron a la díscola y controversial senadora por Alaska, Sarah Palin, con el fin de introducir un elemento de novedad en su nómina, con la primera mujer en este alto cargo.

Sin menospreciar las grandes dotes del senador Obama, su capacidad de liderazgo, su facilidad de palabra, su alta preparación académica, sus ejecutorias en el Senado, su amplia cultura y su indiscutible intelectualidad, el error de cálculo de los republicanos lo ayudó a despejar el camino hacia la otrora “Casa Blanca” y a ser el “Commander in Chief” de la nación (una clara alusión de la, todavía, filosofía militarista imperante en esa sociedad).

Hay muchos que hicieron lo imposible para que McCain accediera al poder y que todavía no se reponen del rudo golpe asestado a sus prejuiciadas mentalidades. Entre éstos hay partidarios de los grupos ultraconservadores y segregacionistas estadounidenses y de muchos que no pertenecen directamente a estos grupos pero que llevan intrínsecos en el subconsciente los prejuicios raciales, religiosos y culturales, que afloran de manera inconsciente y grotesca en su diario vivir. Se incluyen, tristemente, reconocidos periodistas y algunos comentaristas de poderosas cadenas estadounidenses de televisión que, de forma rapaz y malsana, manipularon la información para desacreditar al senador Obama, desde todos los ángulos posibles, y cuyas palabras aún destilan veneno y hiel pues, en su amargura, tratan de encontrar una justificación a la humillante derrota republicana en las urnas, cuando el mundo entero conoce de sobra las razones. Una cosa es adversar con argumentos inteligentes, elegancia y altura y otra es recurrir a la calumnia y el chisme callejero. En América Latina esto se llama periodismo barato, de pacotilla. Están en su derecho pero han puesto de manifiesto su pensamiento retrógrado y su mediocridad. Estos se contarán entre los peores enemigos de la gestión de Barack Obama…

El análisis de los votos reveló que, en cantidad de votos populares, los dos candidatos estuvieron cercanos (53% vs 46%), con una ventaja no significativa para Obama de 7, 967,596 votos. Fue la efectiva estrategia electoral montada por Obama y su implacable maquinaria de campaña (ganar los estados con mayor cantidad de votos electorales) lo que llevó al Partido Demócrata a una victoria aplastante en votos electorales (364 vs 162), a obtener la mayoría de los escaños del Senado (55 demócratas vs 40 republicanos) y la mayoría de las posiciones en la Cámara de Representantes (255 asientos demócratas vs 174 asientos republicanos). Esto significa que muchos blancos -republicanos, demócratas e independientes- dieron su voto de confianza al senador demócrata. Los blancos que apoyaron a McCain se concentraron en el segmento “viejo” y más tradicional de la población, mientras que Obama atrajo al voto joven, en busca de nuevos horizontes y retos. Las minorías en general, especialmente las predominantes negra y latina, votaron masivamente por Obama, sin importar el grupo etario al que pertenecen. Aunque parezca contradictorio, hubo una pequeña fracción de afroamericanos y latinos que apoyaron a McCain, a pesar de las duras y racistas políticas inmigratorias impuestas por el Presidente Bush y la sucia campaña de corte racista (racial, cultural y religioso) desplegada por los republicanos, especialmente la senadora Palin. Unos lo hicieron por intereses meramente personales, otros porque ya perdieron sus raíces básicas y otros por indigno servilismo. Hay de todo en la viña del Señor…

La administración Obama

Hay muchas expectativas y esperanzas puestas en Obama, tanto en Estados Unidos como a nivel mundial. No hay que olvidar que el Presidente Electo de los Estados Unidos -aunque brillante, talentoso y bien intencionado- es solo un ser humano y únicamente tendrá cuatro años para cambiar la historia de su gran país y del mundo. Cuarenta y ocho meses parecen muy poco tiempo para tan grande y pesada responsabilidad, lo que indica que requiere de los mejores consejeros y estrategas, de un excelente equipo de trabajo, de la participación y apoyo de la ciudadanía y del establecimiento, consultado con los distintos estamentos de la sociedad civil, de temas prioritarios en los planos nacional e internacional.

En tan poco tiempo, el nuevo Presidente será incapaz de satisfacer todas las expectativas de los estadounidenses, principalmente, y del mundo. Por eso, es importante que la gente tome conciencia de esto y de que sus prioridades individuales no necesariamente coincidirán al 100% con las de la gestión Obama o ni siquiera figurarán entre estas. Es necesario que las personas se forjen expectativas realistas, razonables, en términos de recursos, tiempo y complejidad de los temas que abarquen. De otra forma, el sentimiento de frustración o decepción será muy grande y les impedirá ver los avances y logros de la Administración Obama en los distintos planos.

Selección de los consejeros y el equipo de trabajo

El Presidente Electo tiene que incorporar a los mejores hombres y mujeres del país como consejeros y miembros de su equipo de trabajo. Requiere de un dream team político, un equipo excepcional compuesto por personas de liderazgo, de prestigio, intachables, altamente preparadas, cultas y totalmente libres de prejuicios raciales, culturales o religiosos. Un verdadero dream team político, como en el deporte, debe reunir lo mejor de lo mejor de los distintos estamentos y grupos étnicos que componen la sociedad estadounidense -sean demócratas, republicanos o independientes- que cumplan con el perfil indicado y deseen ofrecer su talento y esfuerzo por la recuperación de este gran país, en la era de su primer presidente negro, Barack Obama. Es de vital importancia que el Presidente Obama cuente con el mejor equipo de trabajo que pueda ayudarlo a enfocar y canalizar todo su liderazgo, talento y potencial en el manejo de los temas nacionales e internacionales y en la toma de las mejores decisiones de Gobierno y de Estado, en las dimensiones política, humana, social y económica, en un marco de sostenibilidad. En un país tan grande, hay mucho recurso humano para formar no uno sino varios dream teams.

Asignación de las prioridades de la administración Obama

Durante los últimos 28 años, han habido tres Presidentes Republicanos (Ronald Reagan, 8 años; George Bush padre, 4 años; y, George Bush hijo, 8 años) y uno Demócrata (Bill Clinton, 8 años), en los Estados Unidos de América. Al culminar el actual gobierno republicano, el 20 de enero de 2009, el Partido Republicano habrá gobernado por 20 años de este período, equivalentes a 5 de los últimos 7 períodos presidenciales. Estos últimos 20 años de gobiernos republicanos han arrastrado a los Estados Unidos a guerras, conflictos, invasiones de otros países, apoyos económicos y militares a gobiernos dictatoriales y el surgimiento del terrorismo organizado que, en respuesta, adversa la execrable política exterior estadounidense, con violencia y crueldad inauditas, local e internacionalmente. El prestigio y la simpatía internacional de los Estados Unidos están en el punto más bajo de su historia y la situación socioeconómica doméstica -y mundial- es la más crítica desde los tiempos de la crisis mundial de los años 30, en el siglo 20, conocida como la Gran Depresión. Los estadounidenses han perdido muchas de las conquistas socioeconómicas alcanzadas mientras que, durante los dos períodos republicanos de George Bush hijo, se han invertido miles de millones, trillones, de dólares del dinero de los contribuyentes, en el financiamiento de guerras como las de Afganistán e Irak, por consideraciones estratégicas y hegemónicas, en las que han muerto miles de jóvenes de todas las partes. Habrá quienes podrán justificarlo con cinismo pero, ¿es esto lo que verdaderamente desea el pueblo estadounidense? ¿Desean los estadounidenses que, en su propio territorio, se establezcan células terroristas que terminen de acabar con la paz y la estabilidad internas con frecuentes y programados actos de terror? Ya hubo una terrible advertencia de lo que se podría esperar, el 9 de septiembre de 2001, con la tragedia de las Torres Gemelas en Nueva York, con un enorme saldo de víctimas inocentes. No se trata de que los Estados Unidos, con su acostumbrada soberbia, remuevan cielo y tierra en todo el planeta para cazar y matar al terrorista Osama Bin Laden. Puede que lo logren pero, después, vendrían otros líderes terroristas más osados y sanguinarios, perpetuándose la violencia y el terrorismo. Es la antigua y conocida ley kármica de causa y efecto. Los problemas hay que resolverlos de raíz y una de las primeras acciones de la política exterior del Presidente Obama debería ser el planteamiento y gestión de un cambio radical de una política intervencionista de los Estados Unidos a una de respeto, diálogo y colaboración con los demás países del orbe. Lo mismo podría recomendarse a las demás potencias mundiales pues todas actúan bajo los mismos criterios y, al que disiente, lo tildan de socialista, comunista, marxista, leninista y otras etiquetas. Hay que dar más independencia y protagonismo a las Naciones Unidas, que surgieron de la Segunda Guerra Mundial como un mecanismo para mantener la paz global, para que resuelvan los casos de violaciones de los derechos humanos, con el apoyo concertado de todos los Estados miembro.

El presidente Obama, su equipo de trabajo y sus asesores tienen la gran responsabilidad de elegir los temas prioritarios, nacionales e internacionales, en los que enfocarán su gestión gubernamental y que les servirá de carta de navegación para transitar, con paso firme y posibilidades de éxito, en una época tan inestable como crítica, llena de grandes retos y necesidades. Obviamente, su mirada debe volverse primero hacia adentro, para abordar y resolver los grandes temas nacionales que hacen crisis en estos momentos.

Entre los temas prioritarios nacionales están: 1) la seguridad del país, 2) la crisis económica generalizada, 3) la caída de la bolsa de valores y sus implicaciones, 4) el desempleo y la creciente pérdida de puestos de trabajo, 5) la crisis en el sector de bienes raíces, 6) los sensibles temas de la inmigración y 7) la necesidad de cambio en la sociedad estadounidense de una actitud de altanera superioridad e indiferencia hacia los demás, a una de solidaridad y compromiso, en un mundo tan interdependiente, entre otros.

La política internacional es un tema en extremo delicado que requerirá de todo el conocimiento, talento y creatividad de Obama, su equipo de trabajo y sus asesores. Entre algunos temas sensibles prioritarios están: 1) la salida negociada y honrosa de los frentes de Afganistán e Irak y el retorno de las tropas, 2) el cese inmediato de la política intervencionista con fines meramente estratégicos/hegemónicos, 3) el trato respetuoso y sincero, así como el apoyo verdaderamente desinteresado, allende la frontera sur, a los países de América Latina y el Caribe, para ayudarlos a salir del subdesarrollo social y económico en que se encuentran estancados, logrando el necesario equilibrio continental y 4) la eliminación del inmisericorde bloqueo a Cuba y el cierre inmediato de la base de Guantánamo, que representan un atentado diario contra los derechos humanos que Estados Unidos promulga defender, entre otros.

Hay que felicitar al pueblo estadounidense por la demostración de grandeza y civismo del 4 de noviembre pasado al elegir, sorprendiendo a propios y extraños, por abrumadora voluntad popular, al primer presidente negro de los Estados Unidos de América. Se ha cumplido el sueño que una vez, hace más de 45 años, tuviera el carismático líder del Movimiento Americano por los Derechos Civiles, Martin Luther King Jr., aquel 28 de agosto de 1963, en Washington, D. C., frente al Monumento a Lincoln, héroe estadounidense y paladín de la justicia, al decir, casi al final de su histórico discurso: “I have a dream that my four little children will one day live in a nation where they will not be judged by the color of their skin but by the content of their character” (“tengo un sueño de que mis cuatro pequeños hijos podrán un día vivir en una nación en la que no sean juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter”). Por eso en Chicago, en el momento de proclamarse oficialmente la victoria de Obama, se vieron gruesas y abundantes lágrimas rodar por las mejillas del Reverendo Jesse Jackson…Su llanto, más que de felicidad por el triunfo de Barack Obama, era un llanto en honor a aquel gran líder y mártir negro que ofrendó su vida por un ideal que parecía imposible, un llanto de reconciliación nacional…

La era de Barack Obama empieza y es una de grandes esperanzas para los estadounidenses y la comunidad internacional. Lo que el Presidente Obama pueda o no pueda lograr en su gestión 2009 – 2012, dependerá mucho del apoyo que reciba del pueblo que lo eligió en las urnas y de la calidad de los asesores y el equipo de trabajo que lo acompañará durante estos cuatro interesantes años que se avecinan, cargados de promesas y esperanzas de un mundo mejor…

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