07 junio 2006

Combate a la pobreza y el hambre

Durante muchos años, se ha escrito y hablado profusamente sobre estos temas pero la pobreza sigue rampante e incrementándose y los países en vías de desarrollo o en desarrollo continúan estancados en sus problemas socioeconómicos, sin esperanza de resolverlos y dar ese tan deseado salto a la autosuficiencia económica. ¿A qué se debe este fenómeno?


Préstamos, donaciones y condonaciones de deudas externas (¿o eternas?), por sumas astronómicas de dinero, han sido concedidos por los países ricos para apoyar el desarrollo de los países pobres. Sin embargo, estos últimos países son cada vez más pobres, sus pobladores se sumergen, cada vez más, en la ignorancia y los problemas socioeconómicos son, cada vez, más críticos. Por increíble que parezca, estos países invierten grandes sumas de dinero o asumen deudas enormes para comprar sofisticados armamentos y equipos bélicos (a los mismos países ricos con los que ya tienen empeñado su futuro) para protegerse de o agredir a sus vecinos por diferencias que, con buena voluntad, podrían resolver mediante el diálogo. De este modo, sus deudas externas continúan in crescendo, a niveles impagables, quedando a merced de los acreedores (países ricos y/o entidades financieras internacionales) que imponen, entonces, todo tipo de condiciones. Es triste y desesperante observar este círculo vicioso, este desarrollo insostenible, desequilibrado, que está llevando al mundo al despeñadero, a una crisis global de la que no será fácil salir.


Por un lado, la clase política de la mayoría de los países pobres es la responsable principal de esta situación, por muchas razones que no se discutirán en este escrito, pero que se relacionan, en términos generales, con una terrible falta de compromiso con el bienestar de sus países y sus conciudadanos. Solo se desea escalar a los más altos cargos políticos para tener acceso al poder y al dinero de las arcas públicas y amasar fortunas. Los partidos políticos, en muchos de estos países, se han convertido en un medio para lograr esto, al igual que los golpes de estado perpetrados por grupos que alegan fines nacionalistas pero que, en el fondo, desean lo mismo: dinero y poder. Hay una carencia absoluta de verdaderos y profundos ideales nacionalistas en la inmensa mayoría de estas agrupaciones políticas. Se escuchan los mismos y desgastados discursos, campaña tras campaña electoral, con la misma verborrea populista y demagógica. Los pueblos, en su falta de madurez política y muchos, también, en su ignorancia, caen en las redes una y otra vez, arrastrando pesadamente el fardo indigno y ominoso de la pobreza y el hambre. No hay un asomo de esperanza para cambiar esta situación.



Por otro lado, los países ricos tampoco cambian sus discursos, su estrategia (dividir, corromper, coaccionar, explotar) y su política exterior hegemónica. Si su objetivo verdadero hubiera sido acabar con la pobreza y el hambre en el mundo, ya lo habrían logrado hace mucho tiempo. Los préstamos, donaciones y condonaciones de deudas están todos condicionados al mantenimiento de sus intereses hegemónicos. Por eso se hacen de la vista gorda cuando los dineros son mal utilizados por los gobernantes de turno de esos pobres países pobres. ¿Cuándo abrirán los ojos para darse cuenta que esta política es el caldo nutritivo ideal para muchas formas de terrorismo y de guerrillas en contra de ellos mismos y sus intereses a escala mundial?



La erradicación de la pobreza y el hambre solo podrá lograrse cuando exista verdadero interés y decisión conjunta de los líderes políticos de los países ricos y de los pobres. Como causas principales de estos males están el analfabetismo, la ignorancia, la falta de preparación y la falta de oportunidades de trabajo, entre otras. Cada una de ellas tiene que ser abordada de forma sistémica, integrada y sostenida en el tiempo (sin importar los cambios políticos). Los programas y proyectos de combate a la pobreza y el hambre no pueden estar orientados a propósitos y fines meramente coyunturales pues, con seguridad, no se lograrán los objetivos y terminarán en un fracaso rotundo. Eso es, precisamente, lo que ha estado ocurriendo desde hace varios siglos...



Afortunadamente, algunos países pobres ya están despertando y madurando. Está surgiendo una nueva clase política (joven, muy preparada y con ideales) verdaderamente comprometida con el destino de sus pueblos y naciones. Estas naciones tienen que unirse en un bloque monolítico que permita su verdadera liberación y desarrollo sostenible, así como poder resistir, pacíficamente y con inteligencia, las agresiones de los poderosos. Para eso necesitarán de sus mejores mujeres y hombres, sin importar su afinidad o filiación política...

No hay comentarios.: