23 agosto 2006

Surco Estéril (Tercera entrega de esta novela)

Apertura de mercados: ¿bendición o maldición?

Habían transcurrido ya los diez años de moratoria y los aranceles de los productos frescos sensitivos, entre los cuales se hallaban todos los producidos en Porvenir y otros, habían sido eliminados, quedando sin protección el mercado nacional.

Los importadores nacionales de alimentos frescos iniciaron una ofensiva a gran escala, tendiente a hacer valer sus derechos en el marco de la nueva corriente aperturista administrada por la OMC y las IFIS. Se aliaron con grandes consorcios internacionales para dominar el mercado nacional de los productos frescos a través de la importación.

La compañía procesadora transnacional de tomate industrial instalada en Porvenir, calculando que podía importar materia prima mas barata, bajo las leyes de la estricta oferta y demanda, optó por fijar un precio de compra mucho mas bajo que el ofrecido tradicionalmente a los productores locales por su tomate, con base en el precio de referencia del mercado internacional. Muchos productores de tomate industrial, pequeños y medianos, tuvieron que abandonar el mercado, despidiendo a sus trabajadores, al terminar la zafra con costos de producción muy superiores a los ingresos obtenidos por la venta de su producto a los nuevos precios de compra impuestos por la compañía transnacional, amparada, legalmente, en las normas del comercio internacional. Simplemente, no pudieron subsistir. El gobierno, garante de la paz social, consciente del enorme problema socioeconómico que se le venía encima, subsidió durante varias zafras subsiguientes a los productores de tomate, aportando el monto faltante para completar el antiguo precio de compra pagado por la transnacional. La esperanza era que los productores se organizaran y optimizaran la producción del cultivo a través de la implementación de tecnologías de punta y de la adopción de sistemas de producción más eficientes, que les permitieran mantenerse en el mercado con los nuevos precios y seguir generando divisas y puestos de trabajo. Sin embargo, los productores, al no existir un programa estatal de transformación bien fundamentado, no reaccionaron y el gobierno no pudo mantener por mucho tiempo el subsidio, colapsando completamente la producción nacional de tomate industrial. La transnacional, al no tener oferta de producto nacional, importó su materia prima semi procesada y, a su vez, liquidó un gran número de trabajadores, la mayoría pobladores de Porvenir, que se ocupaban de estas labores en la planta procesadora para producción de ketchup, salsas y pastas de tomate.

Los propietarios de las lecherías productoras de leche grado C, que predominaban en Porvenir, también tuvieron que cerrar sus puertas ya que a las grandes empresas procesadoras les era mas rentable importar materia prima de mejor calidad y a precios mucho más bajos de los que ellos podían sostener. Se vieron forzados a despedir a todos sus trabajadores, creando un gran desasosiego entre la población. Al mismo tiempo, gran número de queserías artesanales, con predominancia de mano de obra familiar, tuvieron que cesar operaciones ya que los importadores traían quesos más baratos que los que ellos producían. Unas pocas se unieron, se organizaron y diversificaron sus productos, logrando subsistir e, incluso, mejorar.

Los productores de ganado bovino para carne, que se contaban entre los más tecnificados de la región, lograron capear el temporal pero pasaron momentos angustiosos. Los salvó el hecho de que la carne de bovino era muy cara en el mercado internacional y los cortes que se importaban, a precios prohibitivos para la mayor parte de la población nacional, eran para abastecer los restaurantes o cadenas de restaurantes más exclusivos o los congeladores de la gente rica. También los ayudó que los Requisitos Zoosanitarios para importación y las Licencias o Permisos de Importación, que emitía el Ministerio de Agricultura, tenían controles muy estrictos debido a la existencia de algunas enfermedades cuarentenarias o exóticas de alto riesgo para la ganadería nacional, como la fiebre aftosa. Incluso, algunas enfermedades emergentes de naturaleza zoonótica, como “las vacas locas”, mortales tanto para el ganado como para los humanos que llegaran a consumir carnes infectadas, hicieron más estrictos los controles, en general. Sin embargo, los ganaderos, mejor organizados que los productores agrícolas, no se durmieron en sus laureles y buscaron la manera de ser más eficientes a través de sus cooperativas y asociaciones, a las que casi todos estaban agremiados. Empezaron a introducir mejores pastos y razas bovinas, a utilizar avanzadas técnicas de mejoramiento genético de los hatos, como el implante de embriones, para mejor rendimiento y terneza de carne, así como a cambiar los sistemas de producción de pastoreo extensivo hacia los sistemas más intensivos como la semi estabulación y el confinamiento total. Como grupos organizados, lograron exportar su producto a mercados asiáticos muy selectos y exigentes a los cuales era muy difícil ingresar por la gran cantidad de requisitos sanitarios y de calidad que imponían. Una parte de los ganaderos no agremiados de Porvenir, viendo las ventajas de la agremiación, terminaron por afiliarse a algún grupo organizado y se beneficiaron de las facilidades, créditos y capacitación, así como de la implementación de paquetes tecnológicos que tenían que adoptar como requisito de la membresía. Aquellos ganaderos que se resistieron a los cambios tuvieron que abandonar la actividad al no poder competir.

Los porcinocultores tuvieron que luchar duramente pues, aunque tecnificados y relativamente eficientes, les era muy difícil exportar su producto a los megamercados de Estados Unidos y Europa, con altos subsidios para los productos de consumo interno. Además, en esos mercados no se consumían ni cabezas ni patas de cerdo, que eran exportados, a precios muy bajos y con subsidios adicionales, hacia mercados de países donde se consumieran estas partes, como el de Porvenir. Aunque suplían el grueso de la demanda nacional, el margen de ganancia para los porcinocultores de Porvenir y, en general, de todo el país, era mínimo y dificultaba la inversión en mejoras a las porquerizas y los mataderos. A pesar de estar libres de la “fiebre porcina clásica”, endémica en los países vecinos, tampoco podían exportar a esos mercados por sus altos costos de producción. Con el fin de incrementar su competitividad y el margen de ganancia, decidieron invertir en tecnologías de vanguardia y tuvieron que despedir a muchos trabajadores.

Los avicultores, altamente tecnificados, con un alto nivel de eficiencia en la producción y un alto estándar sanitario, abastecían la demanda nacional y tenían capacidad para exportar grandes tonelajes de carne de pollo y huevos a cualquier mercado internacional. Sin embargo, les era muy difícil incrementar su producción para incursionar en los mercados de Estados Unidos y Europa, altamente protegidos por subsidios internos y otros adicionales para los productos destinados a la exportación. Sus costos de producción eran muy elevados, principalmente por el costo de la energía eléctrica en el país de Porvenir, uno de los más altos del continente americano, especialmente para la producción primaria y la industria. Y era paradójico, ya que el país de Porvenir tenía muchos y muy caudalosos ríos para producir energía hidroeléctrica abundante y barata, en lugar de depender de la producción por centrales termoeléctricas, que utilizan bunker, un derivado del cada vez más costoso petróleo, del que no se habían descubierto yacimientos en el país. Sin embargo, un incidente circunstancial y triste cambió todo el panorama. Gracias a su excelente sistema zoosanitario, incluida la vigilancia epidemiológica, el país de Porvenir estaba libre del virus causante de la “gripe aviar”, terrible y mortal enfermedad contagiosa que diezmaba la producción de aves en Asia, causando pérdidas multimillonarias. El virus se había mantenido por años dentro de esta región del mundo, en distintas especies de aves de corral. De forma inesperada, en la provincia de Cantón, en China Continental, apareció una cepa del virus que logró replicarse en los humanos y algunas aves silvestres, provocando algunas muertes entre los trabajadores de las granjas y luego entre la población civil de los centros urbanos. Una mutación del virus, conocida como la variante “H5N1”, había convertido la “gripe aviar” en una enfermedad zoonótica de muy alta peligrosidad. La peste se fue expandiendo a muchos países de esa región, creando una crisis de grandes proporciones socioeconómicas y de gran impacto en la salud pública mundial. Una vez que el hombre se convirtió en víctima y vehículo de la cepa mutante del virus, esta se difundió hacia varios países de África y Europa, con gran rapidez. En el Viejo Continente apareció primero en Francia, Alemania, Holanda y Suiza, quedando Europa desabastecida de carne de pollos, al igual que Asia, al sacrificar masivamente todas las aves de corral en sus granjas, en un desesperado intento por erradicar la cepa mutante del virus. La enfermedad estaba a punto de convertirse en una pandemia. Entonces –maldición para unos, bendición para otros- se abrió un enorme y lucrativo mercado de exportación de carne de aves para los países productores libres de la enfermedad, entre estos el país de Porvenir.

- Oye, Eugenio, escuché que a Juan le ha ido muy mal en la producción de tomate. ¡Pobre! Le estuve aconsejando que se reconvirtiera a otros cultivos que pudiera exportar o a algunas especies menores que podrían tener muy buena aceptación entre nuestros consumidores, pero no escuchó. Incluso, le hablé de unos planes del gobierno de introducir la plasticultura en el país, que abre grandes posibilidades para el tomate de exportación, especialmente el de mesa. Dijo Sergio con tristeza.

- Si, hombre. Por fortuna ya había terminado de educar a sus tres hijos. Los tres se graduaron en la universidad y los dos mayores, la Nidia y el Gabriel, ya están trabajando en la capital. Tu sabes que aquí hay poco atractivo para la juventud y no hay trabajo para ellos. Nada más le queda el más chico, Benjamín, en casa, porque acaba de graduarse. Pero ya está buscando trabajo y creo que pronto se va a vivir con los hermanos que ya compraron un apartamento en la capital. Ahora mismo se quedan Juan y la vieja solos. Está sin hacer nada y muy deprimido. Hay que conversar con él y ayudarlo a pensar en algunas posibilidades. Afirmó Eugenio.

- Y a ti, ¿cómo te ha ido? Ya se que vendiste la finca, con todo, a unos colombianos. ¿Qué harán con esas ochenta hectáreas que tenías? Y, ¿cuáles son tus planes? Preguntó Sergio a viva voz.

- Mi hermano, yo ya estoy viejo y cansado. Mis cuatro hijos ya hace rato que se fueron para la capital y están bien establecidos allá. Tuve la dicha, igual que Juan, que todos salieron estudiosos, son buenos profesionales y están en la empresa privada haciendo sus carreras. Por lo menos para eso me sirvió la lechería. La Mirna y la Esperanza ya se casaron por allá y tiene, cada una, un nietecito. Hasta ahora no he podido disfrutar de ellos. La vieja y yo estamos pensando seriamente en mudarnos cerca de los hijos, comprar un apartamentito y vivir de las rentas, como se dice. Por suerte yo pagué mi seguro social y ahora me van a jubilar en un par de meses. Quiero pasar tranquilo mis últimos años con mi fiel compañera de toda la vida y ver crecer a los nietos. De vez en cuando nos iremos a dar un paseito por algún lado, ¿no? Nunca hemos salido. Si que voy a extrañar esta vida que dejo atrás…los caballos, las vaquitas, los ordeños en la madrugada, mis ex empleados que ya son como de mi familia, la leche cuajada, las torrejas de maíz nuevo, el quesito blanco prensado…Mejor no sigo. Dijo Eugenio con una melancólica sonrisa en los labios, con un nudo en la garganta y con la mirada lejana, como evocando tiempos mejores.

- Y, ¿qué hay de los colombianos? Insistió Sergio.

- Lo único que sé es que traen mucho dinero y quieren comprar cuantas fincas puedan por los alrededores. Aprovecha antes que te quedes solo y limpio porque la cosa se va a poner arrecha, socio. Están pagando lo que les pidas. Parece que, con sus millones, van a lanzar una agricultura de primera línea, agrícola, pecuaria y agroindustrial, con miras al mercado local y a la exportación. Quizá esto le de una nueva oportunidad y vida al pueblo. Siento a veces que la mayoría de los nacionales miramos muy de cerca, solo el presente. Vivimos en nuestro pequeño y estrecho mundo esperando que el gobierno decida todo por nosotros, nos resuelva todo y nos tire la toalla cuando las cosas se ponen feas. Es cultural, yo creo. Nadie nunca nos enseñó a trabajar unidos hacia un mismo fin, a calcular, a planificar, a proyectarnos hacia el futuro, a soñar en cosas grandes y bonitas. Nadie nunca nos enseñó que el mundo es inmenso y está lleno de posibilidades, de oportunidades, a la vuelta de cada esquina y a la espera de que las aprovechemos. Sentenció Eugenio, saliendo de su estado retrospectivo.

- Así es, amigo mío. Opino como tú. Además, pienso que, desde el nacimiento de la república, se nos acostumbró al clientelismo político y a que el gobierno de turno haga todo por nosotros. Lo que hace un rato decías. Esta actitud, tan mediocre, como que nos ha cortado la iniciativa, el empuje, el temple. Son los partidos políticos y los gobiernos los que deciden todo en este país nuestro y, como vemos, con sus excepciones, la población está sumida en una inercia total. Casi todos los gobiernos que hemos tenido han contribuido un poco a esto, sabiendo el enorme daño que causaban. Promesas de trabajo y de progreso para todos durante las campañas políticas de cada cuatro o cinco años, oferta de grandes programas para el desarrollo de los sectores primarios como el nuestro, más salud, más educación, menos criminalidad, menos corrupción…¡Puras falsas promesas! Cuando llegan al poder, comienzan las botaderas masivas que se extienden hasta los dos primeros años de gobierno; comienza la robadera, cuando aún se oyen los ecos de las promesas electorales de guerra contra la corrupción. Reaparece el dañino tráfico de influencias, la burocracia asfixiante se intensifica y, como respuesta, se afianza y se acepta la coimería como un mal necesario para que las cosas caminen…Es muy triste…La educación -a todos los niveles- es cada vez más mediocre y deficiente y no responde ni a los cambios ni a las necesidades del entorno, la administración de la salud pública está estancada y con muy pocas inversiones, el Seguro Social está a punto de colapsar, los medicamentos están entre los más caros del continente…En fin, un desastre…Es un círculo vicioso de nunca acabarse. Es insostenible. Lo peor es que, en cierto modo, todos somos cómplices pues estamos acostumbrados a esta mediocridad y la toleramos, la aguantamos, nos resignamos a ella. Dijo Sergio en un tono entre airado y decepcionado.

- Así es…Y tú, ¿cómo ves las cosas?, ¿qué harás? Alcanzó a decir Eugenio, meditativo.

- Bueno, tu sabes que el negocio de los pollos y los huevos va más o menos bien. Hay mucha competencia interna así que estamos acostumbrados a manejarnos en este ambiente. Nuestro problema inmediato, hasta hace poco, era que no podíamos incrementar la producción para exportar, principalmente, por dos razones. Primero, la historia de toda la vida, que los gringos y los europeos subsidian su producción haciendo imposible la penetración de nuestros productos, que nada tienen que envidiarle a los de ellos, en sus mercados. Encima, nuestros costos de producción son elevados, no por ineficiencia en el manejo de los pollos de engorde o las gallinas ponedoras, uso de tecnologías de producción atrasadas, ni nada por el estilo. Todo lo contrario, tenemos la mejor tecnología disponible a nivel mundial para el manejo de las parvadas y la actualizamos permanentemente. Lo demuestra nuestra tasa de conversión alimenticia, al nivel de las mejores del mundo. Más bien, es por el alto costo de uno de los insumos que más se utiliza en este negocio: la electricidad. Manifestó Sergio, cavilosamente.

- Antes, -interrumpió Eugenio- cuando el Estado poseía la ENE, Empresa Nacional de Electrificación, el costo de la electricidad era muchísimo más bajo, en especial para las empresas y las clases sociales de menos recursos. Las clases medias eran las que pagaban el pato de esta medida populista para ganar adeptos pues les aplicaban altas tarifas, según el área geográfica de residencia, que nada tenían que ver con la lectura de los medidores de consumo. Tu sabes, de algún bolsillo tenían que sacar los costos, menos de las arcas estatales. ¡Las clases medias eran las que pagaban el subsidio eléctrico! ¡Qué abuso! Con todo, muchas empresas acumulaban morosidades multimillonarias en los pagos del servicio, dando jugosas coimas a gerentes y funcionarios corruptos de esta empresa estatal, especialmente cuando los dueños tenían buenas palancas políticas. Por supuesto, esta información no era de dominio público. La palabra transparencia no existía en el argot estatal, en esos tiempos.

- He aquí, precisamente, uno de los mayores fallos de la implementación, en este país, del llamado neoliberalismo imperante que nos fue impuesto por los países ricos y las famosas Instituciones Financieras Internacionales o IFIS. Esta corriente mundial, no sé si llamarla mejor “conjura del Hemisferio Norte”, se sustenta en la apertura total de los mercados, la eliminación de todas las distorsiones que obstaculizan el libre comercio mundial (no solo las de los países pobres del Hemisferio Sur) y persigue una gestión de los Estados Miembro centrada en su rol normativo y regulador. Justamente, una de las consecuencias esperadas, era la disminución drástica de las planillas estatales, que nunca ocurrió en nuestro país por una aberración del sistema político partidista criollo: el decadente clientelismo político, que hace que el Estado sea el mayor empleador. En fin, se planteaba un enfoque reduccionista del papel del Estado, incluyendo su participación como empresario, dizque con el fin de incentivar las inversiones, nacionales e internacionales, en el país. Esto último, como sabes, terminó en la privatización de empresas estatales, como la ENE y la ENTEL o Empresa Nacional de Telecomunicaciones, entre otras cuantas. Lamentablemente, el Estado nunca cumplió con su papel normativo y regulador, dejando al país a merced de estas empresas. Y, ¿quiénes crees que son los dueños o mayores accionistas de estas nuevas empresas? ¡Poderosos consorcios o empresas de los países ricos del norte, por supuesto, que son las únicas con capacidad para invertir a estos niveles! Pasamos de un ineficiente monopolio estatal a un asfixiante oligopolio de capital privado extranjero que mantiene altísimos niveles de rentabilidad ofreciendo servicios costosos y de baja calidad, a costa del pueblo, y con enormes fugas de divisas para el país. Por un lado, controlan las antiguas empresas estatales proveedoras de los servicios básicos y, por el otro, invaden nuestro mercado local con sus productos agropecuarios frescos subsidiados, en detrimento de la producción nacional. Negocio redondo, ¿no? Afirmó Sergio.

- Lo que dices es preocupante -dijo Eugenio, cabizbajo, apurando el último trago de su pinta de cerveza- pues siento como que nos están acorralando y no sabemos a dónde nos quieren llevar. A veces pienso que este cerco económico que nos están tendiendo es otra forma de vasallaje.

- Bueno, si nos cruzamos de brazos, eso mismo es lo que va a pasar -terció Juan que, junto a Pastor, se había sumado al grupo. Y tendremos que buscar nuevas alternativas y plantear nuevas estrategias, nosotros mismos, pues de otra forma nos comerá el tigre. Lo primero es hacer causa común pues la unión hace la fuerza. Luego, examinar, de manera objetiva, distintas opciones, para estudiar a fondo aquellas con mayores posibilidades. Tendremos que estudiar, detalladamente, la forma de poner en práctica las que elijamos: equipamiento, infraestructura, financiamiento, capacitación, mercado, etcétera. También tendremos que conversar con el gobierno para explorar de qué manera, en su rol de facilitador, podrá ayudarnos a hacer nuestro sueño realidad. ¡Oiga, mesero, una ronda a mi cuenta y bien frías, por favor! ¡Quiero brindar porque hoy, sábado 4 de marzo, he vuelto a nacer!

- Este hombre está que vibra de energía por una buena noticia que hemos recibido hoy. De verdad que hemos vuelto a nacer pues ya nuestra forma de vivir, de tantos años, había terminado. Pero ahora tenemos una excelente oportunidad, gracias a una idea brillante de Juan. ¡Salud, amigos -dijo Pastor, chocando su botella contra las de los demás y tomando un largo trago del frío y dorado líquido. ¡Por el éxito de nuestra futura operación!

La tarde sabatina era fresca y el fuerte viento del norte mecía las ramas y hojas del imponente almendro que estaba a la entrada del jorón “Orgullo de Porvenir”, ubicado frente al parque central, por su lado sur.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi estimado Sr. Candanedo,

Es con dolor que tengo que concordar con Usted que nuestro pais esté a la venta al "mejor postor," sea justo o pecador, onarco traficante. Cuando llegué a mi querida patria hace 14 años despues de estar añorando ausente de mi tierra por el ponto de racismo del norte, me encontré mis viejos paisanos y compañeros me decían que "Aqui (en Panamá) la plata es lo que mueve todo, y tu no vienes con plata." Solo venía con mi diplomas, y mis grados universitarios, y conocimiento en muchas ramas de servicio, dispuesto a ser util a mi patria, solo para oir la mima respuesta en cada rincon de oficinas y despachos oficiales y no-oficiales: "Tu eres un extranjero y ademas eso no funciona aqui en Panamá!"
Asi es que, despues de ver toda mi diaspora perderse y ser uno de los muy pocos que se han atrevido a volver a su pequeña´patria, puedo apreciar sus atinadas observaciones.
Por favor visitame en mi blog http://satsimo.blogia.com